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AKÁTHISTOS A TODOS LOS SANTOS QUE BRILLARON EN LAS TIERRAS DEL OESTE



Ícono de todos los Santos



(Tomado de http://www.orthodoxengland.org.uk/pdf/aka.pdf; parroquia Saint John the Wonderworker, Colchester, Inglaterra, Reino Unido; rector: Arcipreste Andrew Phillips, de la ROCOR)



ORACIONES INICIALES

Si hay presbítero: Bendito sea nuestro Dios, eternamente, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.

Si no hay presbítero: (+) Oh Señor Jesucristo, Hijo de Dios, por las intercesiones de tu Purísima Madre, de nuestros santos y teóforos padres, y de todos los santos, ten piedad de nosotros y sálvanos.

Amén.

Gloria a Ti, Dios Nuestro, Gloria a Ti.

Oh, Rey Celestial, Consolador, Espíritu de la Verdad, que estás en todas partes y llenas todas las cosas, Tesoro de todo lo bueno, y Dispensador en la Vida, ven y mora en nosotros, purifícanos de toda mancha y salva nuestras almas, Oh Bondadoso.

(+) Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros. (tres veces).

(+) Gloria al Padre, al Hijo, y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.

Oh, Santísima Trinidad, ten piedad de nosotros. Oh, Señor, perdona nuestros pecados. Oh, Soberano, absuelve nuestras transgresiones; Oh, Santo, mira y sana nuestras debilidades por Tu nombre.

Señor, ten piedad (tres veces).

(+) Gloria al Padre, al Hijo, y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.

Padre nuestro, que estás en los cielos, santificado sea tu Nombre, venga a nosotros tu Reino, hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo; el pan nuestro substancial dánoslo hoy; y perdona nuestras deudas así como nosotros perdonamos a nuestros deudores; no nos dejes caer en la tentación, mas líbranos del maligno.

Presbítero: Porque tuyo es el reino, y el poder y la gloria, Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos.

Amén.

Si no hay presbítero: Por las oraciones de tu Purísima Madre, de nuestros Santos y teóforos Padres y de todos los santos, oh Señor y Dios nuestro Jesucristo, ten misericordia de nosotros y sálvanos. Amén.

(+) Señor, ten piedad (doce veces).

(+) Gloria al Padre, al Hijo, y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.






EL AKÁTHISTOS



KONDAKION 1


Recemos ahora como es debido, a todos los santos que en los tiempos de antaño brillaron en las tierras de Occidente, iluminando a estas regiones a través de sus sufrimientos y luchas. Y cantémosles a ellos, quienes están incesantemente rezando por nosotros ante Dios:

¡Regocíjense, todos los santos, que en las Tierras de Occidente confesaron la fe verdadera!



IKOS 1


El Santísimo Nombre de Nuestro Salvador, ha sido maravillosamente glorificado en ustedes, Oh santos del Oeste. Porque, contemplando sus santas vidas y obras por la salvación, los pueblos de Occidente aprendieron cómo adorar al Dios Verdadero, y a honrarlos a ustedes diciendo:


¡Regocíjense, apóstoles y mártires, monjes y obispos, porque ustedes son la oración y alegría de todo el Occidente!


¡Regocíjense, porque ustedes por encima de todo, son el más precioso fruto de estas tierras!


¡Regocíjense, porque vuestra santa sangre lavó toda la contaminación pagana!


¡Regocíjense, porque a través de enseñanzas llenas de poder, liberaron al pueblo de la ignorancia!


¡Regocíjense, porque en la oscuridad de aquellos tiempos, brillaron como los más radiantes rayos de luz!


¡Regocíjense, porque ante el mundo entero fueron mostrados, para ser verdaderos guías hacia el camino de la salvación!


¡Regocíjense, porque de esta manera se convirtieron en padres en Cristo, para todos los pueblos de Occidente!


¡Regocíjense, porque incluso hasta este día, ustedes rezan incesantemente por nosotros en los cielos!


¡Regocíjense, porque ustedes por encima de todo, son la fuerte esperanza de estas regiones!


¡Regocíjense, porque ustedes son la jactancia de todos los creyentes del Oeste!


¡Regocíjense, porque ustedes nos enseñaron cómo dar verdadero honor a Dios!


¡Regocíjense, porque ustedes llaman a todo el Occidente a arrepentirse y regresar a Dios!


¡Regocíjense, todos los santos, que en las Tierras de Occidente confesaron la fe verdadera!



KONDAKION 2


Las tierras del Oeste también fueron consideradas dignas de recibir a los maravillosos Apóstoles de Dios, que en todas partes con celo insaciable predicaron el Evangelio de la Salvación. Y a través de ellos los pueblos de Occidente nacieron en Cristo por primera vez, y comenzaron a cantarle a Él como al Dios Verdadero:

¡Aleluya!



IKOS 2


Los Santos Apóstoles se hicieron a sí mismos iluminadores de Occidente a través de labores infatigables. Porque a los poderes de la oscuridad los pusieron como nada, y sin temor esparcieron la luz de Cristo en todas partes. Y por lo tanto confesaron la verdad incluso hasta la sangre, y se volvieron dignos de oír de las bocas de todos, cantos de oración como estos:


¡Regocíjense, Apóstoles de Cristo, que se esforzaron por traer el Evangelio a las tierras del Oeste!


¡Regocíjense, porque ustedes por sobre todos los demás, son los padres y protectores de esos lugares!


¡Regocíjense, por lo tanto, Santos Pedro y Pablo, Príncipes de los Apóstoles, porque ustedes fundaron la primera Iglesia en Occidente!


¡Regocíjense, porque a través de ustedes la Roma pagana comenzó a ofrecer un sacrificio puro al Dios Verdadero!


¡Regocíjense, porque se mostraron sin temor ante todos los terrores y persecuciones de los incrédulos!


¡Regocíjense, porque al final sellaron su fe en Cristo hasta con su propia sangre!


¡Regocíjate, Santo Apóstol Santiago, Hijo de Zebedeo, que has iluminado las tierras españolas!


¡Regocíjate, porque tus reliquias descansan en esos lugares hasta el día de hoy, brindando un gran consuelo a todos!


¡Regocíjate tú también, Santo Apóstol Simón el Zelote, que llevaste la fe en Cristo Resucitado a Britania!


¡Regocíjate, porque como los demás Apóstoles también has recibido la muerte por la vida eterna!


¡Regocíjate, San Aristóbulos, que seguiste a San Simón en la predicación!


¡Regocíjate, porque tú te convertiste en el primer obispo de Britania y en testigo de Cristo!


¡Regocíjense, todos los santos, que en las Tierras de Occidente confesaron la fe verdadera!



KONDAKION 3


Los Apóstoles de Dios dejaron discípulos y seguidores dignos en los lugares que iluminaron, y ellos en nada fueron menores que sus padres, sino que en todas las cosas los siguieron en celo y trabajo. Porque por el ejemplo de sus vidas liberaron a los paganos de la idolatría, y los llevaron a venerar al Único Dios Verdadero, enseñándoles a cantarle a Él incesantemente:

¡Aleluya!



IKOS 3


Ahora cantemos todos con una sola voz a todos aquellos que fueron dignos de convertirse en seguidores de los Santos Apóstoles, extendiendo su obra y santificando las tierras del Oeste por medio de sus enseñanzas y de su sangre; y todos nosotros digámosles, a aquellos que hasta el día de hoy rezan por nosotros ante el Trono de Dios, palabras de oración como estas:


¡Regocíjense, todos ustedes que han mostrado por sí mismos ser maravillosos discípulos de los discípulos de Cristo!


¡Regocíjense, porque de lado a lado con sus padres, ustedes lucharon fervientemente por la iluminación de Occidente!


¡Regocíjate entre todos, por lo tanto, San Clemente, porque el Príncipe de los Apóstoles te consagró obispo de Roma!


¡Regocíjate, porque pastoreaste al rebaño confiado a ti, con gran sabiduría y dignidad!


¡Regocíjate, también, San Ignacio, Obispo de Antioquía, porque tú también recibiste tu consagración de las manos de San Pedro!


¡Regocíjate, tú Portador de Dios, porque tus escritos nos confortan grandemente hasta el día de hoy!


¡Regocíjate, porque tu glorioso martirio es un ejemplo de bravura y coraje frente al rostro de la muerte!


¡Regocíjate, tú también, San Justino, amante de la sabiduría, porque a través de tus escritos despertaste la ira de los enemigos de Cristo!


¡Regocíjate, porque para no sufrir tu sabiduría divina, ellos te martirizaron en las arenas de Roma!


¡Regocíjate también, San Irineo, Obispo de Lyon, que desde Asia Menor viniste a iluminar las tierras de Galia!


¡Regocíjate, porque a través de tus escritos divinamente inspirados, luchaste sin cesar contra todas las herejías!


¡Regocíjate, porque por esto, todos los cristianos te honran como un Pilar y Padre de la Iglesia!


¡Regocíjense, todos los santos, que en las Tierras de Occidente confesaron la fe verdadera!



KONDAKION 4

Ahora ofrezcamos cánticos de alabanza a todos aquellos que en las tierras de Occidente sufrieron por Cristo hasta la sangre, y con su hombría pisotearon la muerte; y a Dios, que los fortaleció en los tormentos y torturas más allá de toda imaginación, cantemos todos incesantemente así:

¡Aleluya!



IKOS 4


Con gozo derramaron su sangre por Cristo, Oh venerables mártires, y a Él se ofrecieron a sí mismos, como un sacrificio bien recibido. Y viendo su paciencia inefable, los pueblos de Occidente comprendieron que el mismísimo Dios de la gloria habitaba en ustedes, y maravillándose por esto, con fe comenzaron a cantarles así:


¡Regocíjense, Tatiana y Anastasia, junto con Sofía y sus tres hijas!


¡Regocíjense, Cecilia y Agnés, que se mostraron a sí mismas como mujeres inigualables en coraje!


¡Regocíjense, Lorenzo el archidiácono, junto con San Sebastián, el glorioso mártir de Cristo!


¡Regocíjense, buenos vencedores, porque a través de sus pasiones inefables santificaron a la Roma pagana!


¡Regocíjense, todos ustedes que llenaron a todas las tierras de Occidente con sus luchas!


¡Regocíjense, Ágata y Lucía, mártires elogiables, porque en Italia libraron la buena batalla!


¡Regocíjense, Valentín y Jenaro, obispos iluminados, porque sellaron su enseñanza con su sangre!


¡Regocíjense, Cipriano el jerarca, junto con Perpetua y Felicidad, y todos aquellos que abajaron sus vidas por Cristo en las tierras de África!


¡Regocíjate, Mauricio, maravilloso mártir, porque al lado de tus soldados, sin miedo te mantuviste en pie ante la muerte en las tierras suizas!


¡Regocíjate, Vicente el diácono, porque a través de tus tormentos inimaginables, santificaste a España!


¡Regocíjate, Alban, valiente guerrero, porque tú te ofreciste a ti mismo como el primer sacrificio puro que Britania hizo al Dios Verdadero!


¡Regocíjate, Úrsula, esposa de Cristo, que con tu sangre lavaste las tierras germánicas!


¡Regocíjense, todos los santos, que en las Tierras de Occidente confesaron la fe verdadera!



KONDAKION 5


Como el enemigo de nuestra salvación vio que no podía vencer la fe de los discípulos de Cristo a través de torturas más allá de la comparación, envió contra ellos huestes de maestros y pastores engañosos, cuya enseñanza habría de llevar a los creyentes al error. Pero contra estos, sabios Padres se pusieron en pie, grandes tanto en la palabra como en los hechos, quienes con la sabiduría del Espíritu Santo se sobrepusieron a todas las herejías, y enseñaron al pueblo a dar honor verdadero a Dios, diciendo:

¡Aleluya!



IKOS 5


Ahora recemos con gozo a todos los valerosos confesores de la Fe Ortodoxa, que en las tierras de Occidente lucharon valientemente por la verdad, y arrancaron de raíz todas las mentiras de entremedio del pueblo, a través de sus santos combates y hechos; y cantemos a ellos como a verdaderos elegidos del Dios Todo Misericordioso, diciendo:


¡Regocíjate, San Osio de Córdoba porque tú presidiste el Primer Concilio del Mundo Entero!


¡Regocíjate, San Hilario, Obispo de Poitiers, porque tú también has defendido la verdadera fe sin temor!


¡Regocíjate, porque por esto sufriste incontables persecuciones a manos de los blasfemadores arrianos!


¡Regocíjate, San Ambrosio, porque registe la ciudad de Milán con tu sabiduría divina!


¡Regocíjate, porque con tus palabras y escritos has tornado a las multitudes a Cristo!


¡Regocíjate también, Bienaventurado Agustín, porque a través de las oraciones de tu madre Mónica, Dios te trajo a Sí y diste la espalda al camino de la perdición!


¡Regocíjate, porque te has convertido en un sabio obispo y en un gran luchador contra los herejes!


¡Regocíjate, Jerónimo, hombre bendito, porque a través de tus escritos iluminaste a las tierras de Occidente!


¡Regocíjate San León, Papa de Roma, porque en el Concilio de Calcedonia luchaste maravillosamente por la Fe Ortodoxa!


¡Regocíjate, porque teniendo la luz de Dios, guiaste indefectiblemente al pueblo confiado a ti hacia el camino de la salvación!


¡Regocíjate Martín, Papa sin miedo, porque junto a San Máximo has confesado la verdad hasta la muerte!


¡Regocíjate, porque por la fe verdadera sufriste con alegría todos los tormentos del impío emperador!


¡Regocíjense, todos los santos, que en las Tierras de Occidente confesaron la fe verdadera!



KONDAKION 6


Los tiempos de la terrible persecución finalizaron por medio de la Providencia Divina, mas el martirio por Cristo no lo hizo. Porque aquellos que hasta entonces habían derramado visiblemente su sangre por la fe, comenzaron a sufrir por ella invisiblemente, a través de ayunos y lágrimas, crucificando todos sus deseos pecaminosos y lujurias. Debido a esto, ellos se volvieron a sí mismos hasta como ángeles en la carne, aprendiendo a ofrecer a Dios la alabanza incesante:

¡Aleluya!



IKOS 6


Las tierras de Occidente también dieron a luz a hombres y mujeres perfectos en santidad, que por sus combates más allá de la naturaleza ganaron los gozos eternos del cielo, haciéndose a sí mismos un indudable ejemplo para todos en el camino de la salvación. Por lo tanto rindamos honor primero a aquellos que brillaron en la tierra de Galia, estableciendo la vida monástica en estos lugares, y llenos de gozo digámosles así:


¡Regocíjate, San Martín, porque de todos los occidentales, tú fuiste el primero en ser dignado de probar la dulzura de la vida monástica!


¡Regocíjate, porque siguiendo tu ejemplo, multitudes de creyentes escogieron desdeñar la gloria pasajera de este mundo!


¡Regocíjate, porque brillando con el don de obrar milagros, te has convertido en Obispo de Tours y en el gran protector de Occidente!


¡Regocíjate, San Juan Casiano, porque junto a tu amigo Germano, has bebido de la sabiduría de los Padres del desierto!


¡Regocíjate, porque a través de tus maravillosos escritos, te has hecho a ti mismo el verdadero fundador de la vida monástica en el Oeste!


¡Regocíjate, San Honorato, porque en la isla de Lerins has fundado el monasterio más famoso de Galia!


¡Regocíjate, porque un incontable número de santos trabajó allí por la salvación, convirtiendo a Galia en la Tebaida del Oeste!


¡Regocíjate, por lo tanto, junto con Hilario y Euquerio, Vicente y Cesareo, y muchos otros santos monjes!


¡Regocíjate, también San Gregorio de Tours, porque tú también has trabajado sin cesar por la fama de los santos de tus tierras!


¡Regocíjate, tú también San Germano, Obispo de Auxerre, que a través de tus dones iluminaste a Britania y a Galia!


¡Regocíjate, Santa Genoveva, porque desde tu niñez has buscado vivir como una anacoreta!


¡Regocíjate, porque te has probado a tí misma como la más poderosa protectora de París por medio de tus santas oraciones!


¡Regocíjense, todos los santos, que en las Tierras de Occidente confesaron la fe verdadera!



KONDAKION 7


Surgiendo de las tierras de Galia como de una fuente clara y fresca, la vida monástica se difundió por todas partes en Occidente; y en cada nación dio por fruto a monjes santos llenos de virtud, que con voces y corazones puros de alabanza dijeron a Dios, por sí mismos y por el mundo entero:

¡Aleluya!



IKOS 7


Ahora todos alabemos con una voz a aquellos que se empeñaron por Cristo en las tierras de Britania e Italia, y por medio de sus combates se hicieron a sí mismos apóstoles iluminados de estas tierras, y padres de la vida monástica en estos lugares; y cantémosles como a los más maravillosos campeones en los combates contra los poderes del enemigo, diciéndoles:


¡Regocíjate, San Ninian, porque fue a los pies de San Martín que aprendiste todos los secretos de la vida monástica!


¡Regocíjate, porque perfeccionándote a ti mismo en santidad, te convertiste en el iluminador de tu hogar, la tierra de los pictos!


¡Regocíjate, San Patricio, maravilloso apóstol, porque por tu celo divino tornaste la tierra irlandesa hacia Dios!


¡Regocíjate, porque de este modo te hiciste a ti mismo el padre del pueblo irlandés, por el que rezas fervientemente hasta el día de hoy!


¡Regocíjate, porque incontables discípulos te siguieron en la senda de la santidad!


¡Regocíjate, entre todos ellos, Bienaventurada Brígida, porque por tu amor inmutable te has convertido en la madre de toda Irlanda!


¡Regocíjate, tú también, San David, obispo sabio, porque estableciste incontables monasterios en Gales!


¡Regocíjate, porque debido a esto, los galeses te reverencian hasta el día de hoy como su protector ante Dios!


¡Regocíjate, San Benedicto, gran combatiente, porque la tierra de Italia fue iluminada por tu luz que no era de este mundo!


¡Regocíjate, porque a través de tu maravillosa regla te has convertido en un verdadero padre para todos los monjes de Occidente!


¡Regocíjate, San Alexis, Hombre de Dios, porque en la ciudad de Roma has vivido en mansedumbre absoluta!


¡Regocíjate, porque en atención a tus muchos dones, el mundo entero te estimó como un gran santo!


¡Regocíjense, todos los santos, que en las Tierras de Occidente confesaron la fe verdadera!



KONDAKION 8


El enemigo de nuestra salvación no podía soportar que todos los pueblos de Occidente, como con una sola voz, elevaran cantos de alabanza al Dios Verdadero, y por eso les lanzó oleadas de pueblos paganos y salvajes, que en su crueldad pasaron a todos a fuego y espada. Pero en aquellos tiempos de gran sufrimiento, predicadores iluminados se alzaron en el Oeste, en nada menores que los primeros apóstoles. Y a través de su celo ardiente convirtieron la tentación del enemigo en bendición celestial, y trajeron a los paganos a Cristo, enseñándoles a cantarle a Él como al Único Dios:

¡Aleluya!



IKOS 8


Alabemos ahora a todos aquellos que entre los francos ganaron el Cielo por sus combates y a través de su celo tornaron a muchos hacia Cristo. Porque brillando con dones celestiales, iluminaron al pueblo y lo guiaron sabiamente hacia la salvación; y por eso son dignos de escuchar de las bocas de todos, cantos de alabanza como estos:


¡Regocíjate, San Remigio, maravilloso arzobispo, porque tú fuiste el primer apóstol de los francos!


¡Regocíjate, porque inflamado de celo santo bautizaste a Clodoveo, el Rey de los Francos, junto con muchos paganos!


¡Regocíjate, Santa Clotilde, mujer santa, porque a través de tus lágrimas trajiste a tu esposo a Cristo!


¡Regocíjate, porque junto con las santas Radegunda y Batilde, les has dado a todos un verdadero ejemplo de esposa y reina cristiana!


¡Regocíjate, San Germano, Obispo de París, porque tu generosidad te hizo conocido como el padre de los pobres!


¡Regocíjate, porque has brillado ante el mundo entero con tu gran gentileza y bondad!


¡Regocíjate, Eligio, herrero habilidoso, porque tu amor ablandó los corazones de piedra de los paganos!


¡Regocíjate, porque convirtiéndote en Obispo de Noyon, has tornado a incontables teutones salvajes de vuelta a Cristo!


¡Regocíjate, San Amando, porque en los Países Bajos predicaste la fe cristiana!


¡Regocíjate, San Lamberto, porque junto a tu discípulo Huberto, también te has empeñado en iluminar estos lugares!


¡Regocíjate, San Leger, obispo valiente, porque no te has intimidado reprobando los malos actos de los reyes y sus súbditos!


¡Regocíjate, porque debido a esto fuiste torturado en todas las formas, y recibiste una muerte de mártir!


¡Regocíjense, todos los santos, que en las Tierras de Occidente confesaron la fe verdadera!



KONDAKION 9


Viéndose a sí mismos sobrepasados por multitudes de paganos, los pastores de Occidente decidieron sabiamente ir y conquistarlos para Cristo. Por eso enviaron hombres iluminados por Dios perfectos en virtud, quienes a través de valientes combates derrotaron la oscuridad del paganismo y se convirtieron en padres en Cristo para muchas naciones, junto con las que ellos sin cesar cantan a Dios el canto:

¡Aleluya!



IKOS 9


A través de Gregorio, el maravilloso Papa de Roma, y Agustín, el monje creyente, los ingleses fueron los primeros entre los pueblos germánicos en nacer a la nueva vida y ofrecer a Cristo un ejército de santos como un sacrificio puro. Cantémosles ahora, llenos de gozo, como a aquellos que se hicieron dignos del Reino de los Cielos, y de la veneración del mundo entero, diciéndoles así:


¡Regocíjate, tú primero, Gregorio, gran patriarca, porque en perfecta sabiduría has pastoreado las tierras de Occidente!


¡Regocíjate, porque encendiéndote con celo por Cristo, te has esforzado por traer a los pueblos paganos a la Fe!


¡Regocíjate, porque debido a esto has enviado a San Agustín a predicar, y junto con él eres llamado el Apóstol de los Ingleses hasta hoy!


¡Regocíjate, San Agustín, porque trajiste a la nación inglesa a Cristo, bautizando a su rey, Ethelberto!


¡Regocíjate, porque convirtiéndote en el primer Arzobispo de Canterbury, junto con tus discípulos fuiste el primero en traer la luz de Cristo a la tierra inglesa!


¡Regocíjense, Paulino, Birino, y Felix, maravillosos apóstoles, porque se convirtieron en los padres en Cristo de los ingleses!


¡Regocíjense, Sigeberto, Edwin y Oswald, reyes mártires, quienes defendieron la fe cristiana hasta la sangre!


¡Regocíjense, Aidan, Chad, y Botolf, padres piadosos, porque en las tierras inglesas establecieron la vida monástica!


¡Regocíjense, Teodoro, Wilfredo, y Juan, obispos sapientísimos, porque por medio de ustedes la Iglesia de Inglaterra estuvo llena de gloria!


¡Regocíjense, Audrey, Hilda, y Mildred, monjas santas, porque por sus esfuerzos superaron por lejos a muchos hombres!


¡Regocíjense, entre todos los santos ingleses, Cuthberto, el gran hacedor de milagros, y Guthlac, el padre del desierto!


¡Regocíjate, tú también, Venerable y sabio Beda, porque has dedicado toda tu vida a las Sagradas Escrituras!


¡Regocíjense, todos los santos, que en las Tierras de Occidente confesaron la fe verdadera!



KONDAKION 10


Las tierras españolas también se han hecho a sí mismas dignas de grandes predicadores y obispos, que por sus combates incesantes trajeron a los paganos a Cristo y volvieron a los herejes a la verdadera fe, llamando a todos a rendir gloria y alabanza al Dios Verdadero, y a cantar siempre a Él en acción de gracias:

¡Aleluya!



IKOS 10:


Honremos ahora justamente, como es debido, a todos aquellos que en España confesaron maravillosamente la verdadera fe de Cristo, Nuestro Salvador, y por ello lucharon hasta la muerte. Y ofrezcámosles cantos de alabanza, como a aquellos que dispersaron la oscuridad de las mentiras e hicieron a la verdad victoriosa, diciéndoles llenos de gozo:


¡Regocíjate, San Martín, Arzobispo de Braga, porque a través de tu celo has traído a los suevos a la fe verdadera!


¡Regocíjate, porque a causa de esto tú eres, hasta el día de hoy, reconocido como el iluminador y el padre de estos lugares!


¡Regocíjate, San Hermenegildo, porque tú fuiste el primero de los visigodos en confesar la Fe Ortodoxa!


¡Regocíjate, porque debido a esto incluso sufriste la muerte, despreciando a tu padre, el rey hereje!


¡Regocíjate, San Leandro, porque por medio de tus labores los visigodos abandonaron la herejía arriana!


¡Regocíjate, porque convirtiéndote en Obispo de Sevilla, te esforzaste sabiamente por lo mejor en tu rebaño!


¡Regocíjate, porque en esto fuiste ayudado por tu hermano y tu hermana, los santos Fulgencio y Florencia!


¡Regocíjate, tú también, San Isidoro, porque tú fuiste el cuarto y el más honrado hijo de esta sagrada familia!


¡Regocíjate, porque has sucedido a tu hermano en la Sede de Sevilla, probando ser un guía indudable en el camino hacia la salvación!


¡Regocíjate, porque a través de tus incontables escritos, iluminaste al mundo, y eres reverenciado hasta este día como un Padre!


¡Regocíjate, San Ildefonso, Arzobispo de Toledo, porque te has mostrado a ti mismo como un verdadero discípulo de Isidoro y como un sabio pastor!


¡Regocíjate, porque encendido de amor por la Purísima Theotokos, defendiste en escritos su virginidad eterna!


¡Regocíjense, todos los santos, que en las Tierras de Occidente confesaron la fe verdadera!



KONDAKION 11


La luz de Cristo brilló incluso en las tierras poco amistosas de los teutones, porque la gloria de Dios llamó a todas las naciones a Él. Por eso ahora cantémosle a Él, Quien en Su inefable misericordia redimió a la humanidad de la corrupción, y adorémosle como el Único Dios, diciendo:

¡Aleluya!



IKOS 11


Alabemos ahora, como es debido, a los maravillosos predicadores que se elevaron entre los irlandeses y los ingleses, que iluminaron a muchos pueblos, y que a través de su celo y sabiduría se mostraron a sí mismos ser uno en honor con los Santos Apóstoles, y cantémosles, como a aquellos que trajeron a Cristo una gran cosecha de gente pagana, diciéndoles:


¡Regocíjate, San Columba, maravilloso hijo de Eire, porque por medio de tu celo iluminaste las tierras de los escotos!


¡Regocíjate, porque fundando el famoso monasterio de Iona, te convertiste en el Apóstol y padre de los pictos paganos!


¡Regocíjate, tú también, San Columbano, porque dejando Irlanda, te has convertido en el predicador sin miedo de muchas naciones!


¡Regocíjate, porque fundaste muchos monasterios en Occidente, dándoles una regla acorde a las enseñanzas de los padres del desierto!


¡Regocíjate, porque reprobaste sin miedo las obras malvadas de obispos y reyes, sufriendo por esto persecuciones incontables!


¡Regocíjate, San Galo, porque fuiste dignado de ser un discípulo de San Columbano, y el amado Apóstol de los Suizos!


¡Regocíjate, tú también, San Clemente, inglés sapientísimo, porque predicaste a Cristo entre los paganos salvajes!


¡Regocíjate, porque debido a tu celo encendido, tú portas hasta este día el título de Apóstol de los Frisones!


¡Regocíjate, San Bonifacio, porque junto con San Clemente has traído el Evangelio a las tierras de los germanos!


¡Regocíjate, porque a través de ti y de tus santos discípulos, Dios predestinó a Sí mismo a todos los pueblos germanos!


¡Regocíjate, porque con la bendición del santo Papa Zacarías, hiciste esfuerzos para corregir las impiedades de los francos!


¡Regocíjate, porque has coronado tus santas labores con la corona del martirio, que recibiste en gran ancianidad!


¡Regocíjense, todos los santos, que en las Tierras de Occidente confesaron la fe verdadera!



KONDAKION 12


Los temibles hombres del norte fueron el último fruto que los pueblos creyentes de Occidente trajeron al Dios Verdadero. Porque siendo iluminadas con la verdadera fe, las naciones vikingas comenzaron a adorar a Cristo Nuestro Salvador con celo, cantando con una dulce voz a Él:

¡Aleluya!



IKOS 12


Honremos ahora con alabanzas a todos aquellos que brillaron en Occidente en los tiempos cercanos al fin, y que por sus combates se hicieron a sí mismos herederos del Cielo. Porque algunos hasta sufrieron el martirio por Cristo, mientras que otros sin miedo lo predicaron a Él entre los paganos. Por lo tanto, ofrezcamos a ellos honor, como es debido, cantándoles así:


¡Regocíjense, todos ustedes que en las tierras ibéricas sufrieron la muerte a manos de los agarenos infieles!


¡Regocíjense, entre ellos, Eulogio y Jorge, porque junto a muchos otros santificaron a la ciudad de Córdoba con su sangre!


¡Regocíjense, todos aquellos que en las tierras irlandesas e inglesas sufrieron el martirio a manos de los vikingos salvajes!


¡Regocíjense, porque debido a su sacrificio, Dios tornó a los pueblos que los persiguieron a creer en Él!


¡Regocíjate, entre todos los nuevos mártires, Edmund, glorioso rey, porque por medio de tus sufrimientos te convertiste en el gran defensor y patrón de la tierra inglesa!


¡Regocíjate, San Ansgar, porque tú fuiste el primero en predicar a Cristo entre los daneses paganos!


¡Regocíjate, porque te has convertido en el Obispo de Hamburgo, y hasta este día eres reverenciado como el Apóstol del Norte!


¡Regocíjate, tú también, San Olaf, valiente guerrero, porque siendo vikingo de sangre, te has ofrecido a ti mismo como un sacrificio puro a Dios!


¡Regocíjate, porque te has convertido en el Rey Cristiano de Noruega, sacrificado por los paganos por tu fe inquebrantable!


¡Regocíjate, San Sigfrid, porque a través de tus combates iluminaste la tierra sueca, y tornaste al rey pagano a Cristo!


¡Regocíjate, Dunstan, Arzobispo de Canterbury, porque tu sabiduría y bondad hicieron de ti el padre más amado de toda la tierra inglesa!


¡Regocíjate, porque has ungido como rey a San Eduardo, el inocente mártir, cuyas reliquias brindan consuelo a los cristianos ortodoxos hasta el día de hoy!


¡Regocíjense, todos los santos, que en las Tierras de Occidente confesaron la fe verdadera!



KONDAKION 13

(Este kondakion se lee tres veces)


Cantemos ahora cánticos de acción de gracias a Dios, Quien llamó a Sus santos desde toda la Tierra, y reunió a sus amados desde los confines del mundo, hacia Él, que es glorificado en la Santa Trinidad. Porque por medio de Su elegido, San Juan el Milagroso, Él nos ha revelado a los antiguos santos de Occidente, para nuestro gozo y consuelo en estos últimos días. Asimismo, por todas estas cosas y por Su bondad hacia nosotros, agradezcamos a Él como a nuestro amadísimo Dios, y adorémosle con voces de alabanza, diciéndole:

¡Aleluya!



IKOS 1


El Santísimo Nombre de Nuestro Salvador, ha sido maravillosamente glorificado en ustedes, Oh santos del Oeste. Porque, contemplando sus santas vidas y obras por la salvación, los pueblos de Occidente aprendieron cómo adorar al Dios Verdadero, y a honrarlos a ustedes diciendo:


¡Regocíjense, apóstoles y mártires, monjes y obispos, porque ustedes son la oración y alegría de todo el Occidente!


¡Regocíjense, porque ustedes por encima de todo, son el más precioso fruto de estas tierras!


¡Regocíjense, porque su santa sangre lavó toda la contaminación pagana!


¡Regocíjense, porque a través de enseñanzas llenas de poder, liberaron al pueblo de la ignorancia!


¡Regocíjense, porque en la oscuridad de aquellos tiempos, brillaron como los más radiantes rayos de luz!


¡Regocíjense, porque ante el mundo entero fueron mostrados, para ser verdaderos guías hacia el camino de la salvación!


¡Regocíjense, porque de esta manera se convirtieron en padres en Cristo, para todos los pueblos de Occidente!


¡Regocíjense, porque incluso hasta este día, ustedes rezan incesantemente por nosotros en los cielos!


¡Regocíjense, porque ustedes por encima de todo, son la fuerte esperanza de estas regiones!


¡Regocíjense, porque ustedes son la jactancia de todos los creyentes del Oeste!


¡Regocíjense, porque ustedes nos enseñaron cómo dar verdadero honor a Dios!


¡Regocíjense, porque ustedes llaman a todo el Occidente a arrepentirse y regresar a Dios!


¡Regocíjense, todos los santos, que en las Tierras de Occidente confesaron la fe verdadera!



KONDAKION 1


Recemos ahora como es debido, a todos los santos que en los tiempos de antaño brillaron en las tierras de Occidente, iluminando a estas regiones a través de sus sufrimientos y luchas. Y cantémosles a ellos, quienes están incesantemente rezando por nosotros ante Dios:

¡Regocíjense, todos los santos, que en las Tierras de Occidente confesaron la fe verdadera!



ORACIÓN A TODOS LOS SANTOS QUE BRILLARON EN LAS TIERRAS DEL OESTE:


¡Oh ustedes, santos de Occidente, que en los tiempos de antaño confesaron la verdadera fe de Cristo Salvador, y que por ella pelearon incluso hasta la muerte, haciéndose a sí mismos dignos de la gloria celestial y herederos de la vida eterna! Ahora, haced que nosotros, sus indignos sucesores, caigamos de rodillas ante ustedes, y humildemente les roguemos:

¡Así como hasta este día han intercedido audazmente por nosotros delante del trono de Dios, así rezad desde ahora en adelante, oh nuestros amados santos, por todas las tierras de Occidente! Pidan que el Dios Misericordioso y Sufriente les conceda el perdón de los pecados y la corrección de vida, y vuélvanlas, a través de Sus juicios, al arrepentimiento y a la verdadera fe, por la que ustedes se sacrificaron a sí mismos.

De nuevo les rogamos a ustedes, Oh santos, por todos los fieles rectos creyentes del Oeste, que tienen necesidad de su ayuda y misericordia: protéjannos con sus oraciones de todas las tentaciones que nos embisten; fortalezcannos en la verdadera fe, y concédannos el celo para predicarla; guardénnos de todas las maldades de los enemigos visibles e invisibles; y muestrénnos victoriosos ante los incrédulos, para gloria de Dios y para honor de ustedes. Que a través suyo, Oh santos del Oeste, la fe verdadera brille una vez más en Occidente con poder, así como brilló en los tiempos antiguos, y que la luz de Cristo los ilumine a todos.

Y así, Oh santos, quienes por medio de la Divina Providencia se muestran ustedes mismos a nosotros en estos últimos días, admítannos también a nosotros, como trabajadores de la undécima hora, para veneración suya. Y pidan por nosotros, quienes indignamente les entonamos cantos de alabanza, que nuestro Dios, Quien fácilmente perdona, nos haga también partícipes de sus bendiciones celestiales, otorgándonos la salvación, como el Dios que es Bueno y Amante de la Humanidad. Que así, junto a ustedes, amados santos de Occidente, nosotros podamos cantarle y adorarle como el Dios Todo Misericordioso, del Padre, y el Hijo, y el Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.



ORACIONES FINALES


Lector: Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros (tres veces).

Gloria al Padre y al Hijo, y al Espíritu Santo, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.

Oh, Santísima Trinidad, ten piedad de nosotros. Oh, Señor, perdona nuestros pecados. Oh, Soberano, absuelve nuestras transgresiones; Oh, Santo, mira y sana nuestras debilidades por Tu nombre Señor, ten piedad (tres veces).

Gloria al Padre, al Hijo, y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.

Padre nuestro, que estás en los cielos, santificado sea tu Nombre, venga a nosotros tu Reino, hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo; el pan nuestro substancial dánoslo hoy; y perdona nuestras deudas así como nosotros perdonamos a nuestros deudores; no nos dejes caer en la tentación, mas líbranos del maligno.

Presbítero: Porque tuyo es el reino, y el poder y la gloria, Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos.

O: Por las oraciones de nuestros Santos Padres, Oh Señor y Dios Nuestro Jesucristo, ten misericordia de nosotros y sálvanos. Amén.

Lector: ¡Santísima Madre de Dios, sálvanos!

Verdaderamente es digno bendecirte, oh progenitora de Dios, siempre bienaventurada y purísima Madre de nuestro Dios. Tú eres más venerable que los Querubines e incomparablemente más gloriosa que los Serafines, a ti que sin mancha diste a luz al Verbo de Dios y que verdaderamente eres la Madre de Dios, te celebramos.


(+) El Padre es mi esperanza, el Hijo mi refugio, el Espíritu Santo mi protección. Santísima Trinidad, gloria a ti.

Gloria al Padre, al Hijo, y al Espíritu Santo, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.

Señor, ten piedad (tres veces).


Por las oraciones de tu Purísima Madre, de nuestros Santos y Teóforos Padres, y de todos los santos, oh Señor y Dios nuestro Jesucristo, ten misericordia de nosotros y sálvanos. Amén.


Traducción de Serafín Moreno



Ícono de todos los Santos de Gran Bretaña e Irlanda

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