Encuentro litúrgico Pan-Episcopal en la Parroquia de la Santísima Trinidad
El pasado 30 de octubre, Su Eminencia Kirilo, Obispo de Buenos Aires, Sur y Centro América, junto con Su Eminencia Juan, Obispo de Caracas y América del Sur de la Iglesia Ortodoxa Rusa en el Extranjero, visitaron la Iglesia de la Santísima Trinidad en la provincia de Chaco, en el norte de la República Argentina.
El motivo de esta visita es el inicio de los trabajos de instalación de la cubierta del techo de la Iglesia de la Santísima Trinidad, así como la celebración de la Slava del Obispo Kirilo (el Santo Apóstol y Evangelista Lucas), así como la Slava del párroco local, el Protopresbítero Branko Stanisic (Santa Paraskeva).
El Obispo Juan presidió la liturgia pontificia celebrando junto con el Obispo Kirilo, y concelebraron el Hieromonje Nikita (Vulić), abad del monasterio de San Nicolás en Machagai (Chaco) y el Protopresbítero Branko Stanisic.
Al comienzo del servicio, el Obispo Kirilo ordenó a Lector a Juan Beharan, miembro del coro de la Iglesia de la Santísima Trinidad.
El encuentro eucarístico estuvo realzado por el canto armonioso del coro de la Iglesia del Manto Protector de la Santísima Virgen María de Asunción (Paraguay), y fueron asistidos en el canto por el monje Nektarije (Milosevic), hermano del monasterio de San Nicolás en Machagai.
En el sermón, Monseñor Kirilo señaló que “el Santo Apóstol Lucas estaba dotado de muchos dones, “era escritor, escribió el Evangelio y los Hechos de los Apóstoles, pero también iconógrafo y un “médico amado”, como menciona el Apóstol Pablo en sus epístolas, porque fue él quien lo acompañó en los viajes misioneros que emprendió. El apóstol Lucas predicó el Evangelio de Cristo y fortaleció al pueblo en su fe, y lo mismo hizo San Pedro de Cetinje (Montenegro), a quien también celebramos hoy. Durante los tiempos difíciles de las conquistas otomanas, San Pedro fortaleció la fe del pueblo, luchó contra los que intentaban destruir la ortodoxia, reconcilió a los hermanos, construyó templos... Su obra fue continuada más tarde por otro santo de la noble dinastía Petrovic, San Pedro el Clarividente de Lovchen (Pedro II Petrovic-Njegos) a quien también celebramos hoy. Y en este mismo día, cuando celebramos a estos grandes santos, falleció un gran hombre que unió los talentos de todos los antes mencionados. Fue nuestro Metropolita Amfilohije, lo conocéis aquí como misionero y fundador de nuestra Diócesis protejida por Dios, como fundador de este santo templo, pero también fue un fecundo escritor, uno de los más grandes teólogos de los siglos XX y XXI, restaurador de templos abandonados, fundador de monasterios y guardián de la fe ortodoxa. Me alegro de que Su Eminencia el Obispo Juan esté aquí con nosotros. Acortaré mi sermón de hoy para pedirle a él que nos diga palabras edificantes. ¡Bienvenido, Obispo Juan, querido hermano y concelebrante!", dijo el Obispo Kirilo en su sermón.
Su Eminencia, el Obispo Juan en su sermón señaló que es “un gran honor para él estar hoy en este hermoso templo y tener la oportunidad de celebrar junto con el Obispo Kirilo su Slava, así como la Slava del Padre Branko”. Y luego habló del Metropolita Amfilohije de bendita memoria: “Conocí al Metropolita Amfilohije en Buenos Aires, concelebramos la Liturgia muchas veces, y luego en 2016 visité Montenegro por primera vez, participé en la consagración del templo de San Juan Vladimir en Bar, que fue construido por el Metropolita Amfilohije, y también oficiamos en el templo de la Resurrección de Cristo en Podgorica, uno de los templos más hermosos y más grandes del mundo ortodoxo, y aquí estoy hoy en otra de sus ofrendas eclesiásticas, este hermoso templo. El Metropolita Amfilohije fue un hombre de fe viva, sembró la semilla y de ella creció este joven árbol, este templo de la Santísima Trinidad, y ahora nos toca a nosotros hacer lo posible para que se convierta en un gran árbol, de manera que a su sombra, según las palabras del Evangelio, descansen también las aves del cielo: los ángeles de Dios (Mt 13, 31-32)”, concluyó el Obispo Juan. Monseñor Juan felicitó luego a Monseñor Kirilo y al párroco Branko, deseándoles que celebren sus slavas por muchos años.
Después de la Santa Liturgia, se ofreció un almuerzo festivo en una escuela cercana para todos los asistentes, y la celebración se prolongó hasta altas horas de la tarde.
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