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Epístola Pascual de Su Eminencia Obispo Kirilo

  • Iglesia Ortodoxa Serbia en Sur y Centro América
  • hace 6 horas
  • 3 Min. de lectura


Mensaje de Pascua 2025


Queridos hermanos y hermanas, en estos días sagrados cantamos la canción “Ante Tu Cruz

oh, Cristo, nos postramos y tu santa Resurrección cantamos y glorificamos”. Cristo, con su cruz y

su resurrección, “ha realizado la salvación en medio de la tierra” y descendió a las profundidades

del infierno para sacar de allí las almas de los justos. En la cruz, Jesucristo mostró la total

impotencia de su naturaleza humana y, al mismo tiempo, la total omnipotencia de su naturaleza

divina. Extendió sus manos purísimas en la cruz por nosotros, para que con su amor teándrico

reuniera a todos los hombres y naciones en una comunidad y los hiciera verdaderos hijos de Dios.

Por eso, nos inclinamos ante su sufrimiento, para convertirnos en partícipes de su amor

sacrificial en el Gólgota y de la eterna fuerza de su resurrección. Nuestro Salvador ha llevado a cabo todo el plan de salvación por nosotros, y nos ofrece esta salvación especialmente a través de su santa Iglesia, que invoca su nombre, como dice el apóstol Pedro: “No hay otro nombre bajo el cielo dado a los hombres por el cual debamos ser salvos” (Hechos 4, 12). Cristo ha vencido en la cruz a nuestros principales enemigos: el pecado, la muerte y el diablo. “Él llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero,... y por su herida hemos sido sanados” (1 Pedro 2, 24). Por eso, el sabio Juan Crisóstomo nos invita a no temer a la muerte, pues la muerte del Salvador nos ha liberado; y que nadie se entristezca por sus pecados, porque el perdón ha resplandecido desde la tumba del Salvador. Cristo se convirtió en el primogénito de entre los muertos para que Él sea el primogénito entre muchos hermanos (1 Cor. 15, 20). Queridos hermanos y hermanas, en el día en que todos los cristianos, millones de cristianos en todo el mundo, celebran la Pascua, somos testigos de sufrimientos y guerras incluso entre los pueblos cristianos. Por eso, debemos, con preocupación en el corazón y oración por la paz del mundo entero, señalar que Dios nos llama a la paz, a la

reconciliación y al perdón mutuo. Estos días repetimos continuamente la canción: Perdamos todo con la resurrección de Cristo, incluso con aquellos que nos odian, incluso con nuestros enemigos. Porque, queridos hermanos y hermanas, como dice el apóstol Pablo, “si sólo en esta vida esperamos en Cristo, somos los más miserables de todos los hombres” (1 Cor. 15, 19).

Precisamente porque nuestra resurrección nos ha abierto la perspectiva y las puertas de la

vida eterna, por ese incomparable tesoro que Dios nos ha dado gratuitamente, porque en Cristo Dios nos ha perdonado todo y ha anulado nuestras grandes deudas, también nosotros perdonamos a nuestro prójimo las pequeñas deudas deseando que todos entren con nosotros en la alegría de nuestro Señor. “La enseñanza de Cristo y el sacrificio del Gólgota, su persona, nos recuerda continuamente la verdad santa y salvadora de que los hombres verdaderos y justos luchan contra el pecado y las faltas en sí mismos y en los hombres a su alrededor, y nunca contra los hombres. Ellos matan y eliminan el pecado, no al pecador.” (Met. Amfilohije)

“Por tanto, entremos todos en la alegría de nuestro Señor; tanto los primeros como los

últimos, recibamos la paga; ricos y pobres, regocijémonos juntos; y los que han ayunado y los que no han ayunado, ¡alegrémonos hoy!” (Crisóstomo) Y cantemos todos la canción alegre: “Cristo ha Resucitado de entre los muertos, con su muerte ha destruido la muerte y ha dado vida a todos los que están en los sepulcros”. Hoy, cuando todos los cristianos en el mundo celebran la victoria, saludamos a todos con un saludo de alegría:

¡Cristo ha resucitado! ¡Verdaderamente ha resucitado!


KIRILO

Obispo de Buenos Aires,

Sur y Centro América

y Administrador de la Metrópolis de Zagreb y Ljubljana

Iglesia Ortodoxa Serbia

 
 
 

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