La Ascensión a los Cielos de Nuestro Señor Dios y Salvador Jesucristo
Cuando el día del Pentecostés judío estaba cercano, los discípulos de Cristo volvieron de Galilea a Jerusalén.
En el cuadragésimo día después de la Resurrección de Jesucristo ellos estaban todo juntos en una casa. Jesucristo se les apareció diciendo: "Así está escrito, que Cristo debía sufrir y al tercer resucitar de entre los muertos, y debe predicarse el arrepentimiento y el perdón de los pecados en Su nombre a todas las naciones, empezando desde Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto. Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda la creación. Quién crea y se bautice se salvará, pero quien no crea se condenará. Y estas señales acompañarán aquéllos que creen: "en Mi nombre ellos expulsarán demonios; hablarán en nuevas lenguas; recogerán serpientes, y si ellos beben cualquier cosa mortal, no los herirá; impondrán sus manos a los enfermos y se recuperarán".
Entonces el Salvador dijo a los discípulos que pronto les enviará al Espíritu Santo, y Él les indicó no moverse de Jerusalén hasta ese momento. Él dijo: "Yo os enviaré la promesa de Mi Padre; vosotros quedáos en Jerusalén hasta que os visite con el poder desde lo alto; porque Juan bautizaba con el agua, mas dentro de pocos días vosotros seréis bautizados en Espíritu".
Conversando con los discípulos, el Salvador los llevó fuera de la ciudad hasta Betania, al Monte de los Olivos.
Los discípulos, alborozados con las palabras del Salvador, lo rodearon y empezaron a preguntar: "¿Señor, Tú en ese momento restaurarás el reino a Israel?"
El Salvador les dijo: "no es de vosotros saber los tiempos o términos que el Padre ha arreglado por Su propia autoridad. Pero vosotros recibiréis la fortaleza cuando el Espíritu venga sobre vosotros; y daréis testimonio de Mí en Jerusalén y en toda Judea y Samaria y hasta el extremo de la tierra".
Dicho esto, Jesucristo alzó Sus manos y bendijo a Sus discípulos. Mientras los bendecía, partió de ellos y se elevó al Cielo, y pronto una nube lo quitó de su vista.
Así nuestro Señor y Salvador Jesucristo ascendió en Su cuerpo físico al Cielo y se sentó a la diestra de Dios el Padre. Su alma y cuerpo humanos asumieron la gloria indivisible por Su divinidad. En Su Divinidad, Él está y estará siempre en el Cielo y en todas partes.
Los discípulos rindieron culto al Señor ascendido y durante mucho tiempo continuaron estando de pie y mirando fijamente en el Cielo siguiéndolo. Entonces dos ángeles en túnicas blancas aparecieron ante ellos y dijeron: "Hombres de Galilea, ¿por qué estáis de pie mirando al Cielo? Este Jesús ascendido de vosotros al Cielo vendrá a la tierra de la misma manera (es decir, en la carne), como le habéis visto ascender al cielo."
Después de esto los discípulos de Jesucristo volvieron a Jerusalén con gran alegría y se quedaron allí juntos, esperando el descenso del Espíritu Santo. Todos ellos, juntos en alma, pasaban el tiempo en oración y estaban continuamente en el Templo de Dios, alabando y agradeciendo Dios. Con ellos estaban varias mujeres y María, la Santísima Madre de Dios nuestro Señor Jesucristo, con sus parientes.
La Ascensión de nuestro Señor Jesucristo se festeja por la Santa Iglesia Ortodoxa como una de las Grandes Fiestas, en el cuadragésimo día después de Pascua.
(extraído de "La Ley de Dios" del Protopresbítero Serafín Slovodskoy)
Tropario:
Ascendiste en gloria, Cristo nuestro Dios, otorgando alegría a los discípulos con la promesa del Espíritu Santo, al confirmar en ellos con tu bendición de que Tú eres el Hijo de Dios, el Redentor del mundo.
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