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La Teofanía - el Bautismo del Señor




            En aquel tiempo, cuando Juan el Precursor predicaba a orillas del Jordán y bautizaba a las personas, Jesucristo cumplía treinta años de edad y Él también vino desde Nazaret a Juan en el río Jordán, para recibir de él el bautismo. Pero Juan se consideraba indigno de bautizar a Jesucristo, y se puso a detenerlo diciendo: “Yo soy el que necesito ser bautizado por Ti, ¿y Tú vienes a mí?”.

            Pero Jesús, en respuesta le dijo: “Deja ahora — es decir, no me detengas — porque de esta manera nos es necesario cumplir toda justicia” — cumplir todo según la ley de Dios y dar el ejemplo a las personas.

            Entonces Juan obedeció y bautizó a Jesucristo. Luego de consumado el bautismo, cuando Jesucristo salió del agua, de repente se abrieron los cielos sobre Él, y Juan vio al Espíritu de Dios, el Cual, en forma de paloma, descendía sobre Jesús, y del cielo fue oída la voz de Dios Padre: “Este es Mi Hijo amado, en el cual está mi benevolencia.”

            Entonces Juan finalmente se convenció de que Jesús es el esperado Mesías, el Hijo de Dios, Salvador del Mundo.

            El Bautismo de nuestro Señor Jesucristo se festeja en la Santa Iglesia Ortodoxa como una de las Grandes Fiestas el 6 de enero (19 de enero — nuevo calendario). La fiesta del Bautismo del Señor es llamada también Teofanía (del griego Theophaneia; de Theo — Dios y phaino — aparecer), porque en el momento del bautismo, Dios manifestó (mostró) a las personas, que Él es la Santísima Trinidad, precísamente: Dios Padre habló desde el cielo, el encarnado Hijo de Dios se bautizó y el Espíritu Santo descendió en forma de paloma. Y también, porque en el bautismo la gente pudo ver por primera vez, que en la persona de Jesucrito apareció no solamente un hombre, sino también y juntamente Dios.

En conmemoración a que el Salvador bendijo el agua con su bautismo, en esta fiesta hay bendición de agua. En la vigilia se bendice agua en el templo, mientras que en la fiesta misma se bendice agua en el río en otro lugar de donde se toma agua. La procesión para bendecir el agua se llama Procesión crucífera al Jordán.

El Santo Justo Juan de Kronstadt da la siguiente explicación de este acontecimiento: "El Señor, habiendo sido bautizado en las aguas del Jordán, ahogó el pecado humano por Su inmensa justicia, santificó las aguas y les dio el poder de santificación por toda la eternidad, para darnos el baño del renacimiento y renovación por el Espíritu Santo; para abrirnos el cielo que fue cerrado por la caída pecaminosa de Adán, y para hacer descender a la tierra al Espíritu Santo, que no tenía lugar en la tierra donde reclinar Su cabeza. El Señor nos ha impartido su poder divino, que llamamos la gracia de Dios, hasta el fin de los siglos. Es en el día de la Epifanía cuando podemos sentir con especial claridad esta gracia divina. Y, dando testimonio de la realidad de la aparición de la gracia en nosotros, santificamos el agua sobre la que desciende esta gracia y que adquiere propiedades muy especiales - propiedades para salvar a una persona de pecados, enfermedades y muchas circunstancias difíciles de la vida”.

Santificados por esta gracia divina, nosotros, según el pensamiento de San Juan de Kronstadt, debemos "revestirnos espiritualmente de Cristo: de su verdad, santidad, mansedumbre, humildad, obediencia, paciencia, dominio propio -en una palabra, de la perfección de Cristo, de la imagen de Cristo, de todas las gracias de Cristo-, de un hombre nuevo, creado según Dios en la verdad y en la justicia de la verdad". 


Tropario de la fiesta

Al bautizarte ¡oh, Señor! en el Jordán, se manifestó la adoración a la Trinidad: porque la voz del Padre dio testimonio de Ti, llamándote Su Hijo muy amado, y el Espíritu en forma de paloma confirmó la veracidad de estas palabras. ¡Oh, Cristo Dios que te manifestaste e iluminaste al mundo, gloria a Ti!

 

(Ver S. Mateo 3:13-17; S. Marcos 1:9-11; S. Lucas 3:21-22 y S. Juan 1:32-34.)

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