Mensaje de Pascua de los Jerarcas Ortodoxos de Buenos Aires y Argentina
Mensaje de Pascua de los Jerarcas Ortodoxos de Buenos Aires y Argentina
Ciudad Autónoma de Buenos Aires, 21 de abril de 2022
“¡Cristo es la Pascua Nueva y la Ofrenda Viva, el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo!”
(Oda IX de la Canon de Pascua).
Queridos Hijos en nuestro Señor Jesucristo
Clero y fieles de Nuestras Comunidades
Observemos y meditemos detenidamente, sobre la esencia del misterio de la Resurrección de Cristo nuestro Dios, el misterio que anhelamos tener en nosotros de forma espiritual. Veamos cómo Cristo está sepultado en nosotros, y cómo, cuándo se une a nuestras almas, resucita y nos resucita con Él. En otras palabras, Jesús probó la muerte y descendió al fondo del infierno, y al ascender del infierno, se unió con Su Cuerpo Purísimo, se levantó de entre los muertos y luego ascendió con Su naturaleza humana al cielo con Gran Gloria. Asimismo, ahora también, al salir del mundo del error y del pecado, y entrando en la semejanza de las pasiones de Cristo, en el sepulcro de la humildad y el arrepentimiento; Él mismo desciende del cielo y entra en nuestro cuerpo como en el sepulcro, y al unirse con nuestras almas, las resucita porque en verdad estaban muertas, preparándonos a nosotros, resucitados junto con Él, para vivir la gloria del misterio de Su resurrección.
A través de la presente, nosotros los Obispos Ortodoxos que ejercemos nuestro servicio pastoral en Buenos Aires, Argentina y países de Sudamérica, queremos hacer llegar a todas nuestras familias, instituciones parroquiales, fieles, y a todos nuestros gobernantes, una salutación pascual llena de la alegría de la Resurrección de Cristo, nuestro Señor y Salvador, exclamando nuestro cántico tradicional: “¡Cristo resucitó! ¡Verdaderamente resucitó!”. Pues, así como nuestro Señor, padeció la pasión y la crucifixión, también confesamos que resucitó al tercer día siendo el Soberano de la vida y la muerte, uniendo lo terrenal junto a lo celestial, elevando nuestra condición humana que estaba sujeta a la muerte y que ahora ha sido vencida. Así también, siendo el Soberano del cielo y de la tierra, y Rey de la Paz, elevamos nuestras oraciones hacia Él para que otorgue la paz a todos los que sufren los daños físicos y espirituales de las guerras y desordenes por todo el mundo. De la misma manera oramos a nuestro Señor, Dios de la misericordia, para que bendiga nuestro país de Argentina, suplicando fervientemente que alivie al pueblo argentino de todas las dificultades.
Por último, enviamos nuestras bendiciones a todos nuestros fieles esperando que tengan una vida llena de la Gracia de nuestro Dios.
¡Cristo resucitó! ¡En verdad resucitó!
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