Se celebró a San Sava, Primer Arzobispo de Serbia, y la Slava del Monasterio San Sava

    El domingo 26 de enero en la Ciudad de Buenos Aires, Argentina, se celebró a San Sava, Primer Arzobispo de Serbia. La conmemoración del Santo se llevó a cabo en el Monasterio San Sava, ya que era su “Slava” o Fiesta Patronal. Su Eminencia Obispo Kirilo se encontraba en Zagreb cumpliendo su obediencia de Administrador de la Metropolia de  Zagreb y Ljubljana, y por eso no pudo estar presente. Fueron invitados para la celebración Su Eminencia Reverendísima Santiago, Metropolita  de Buenos Aires y Argentina, del Patriarcado Antioqueño, y Su Eminencia Leonid, Obispo de Buenos Aires y Sudamérica, del Patriarcado de Moscú. Concelebraron con los Obispos el Protopresbítero Stavrofor Esteban Jovanovich y el Protopresbítero Sergei Yurin y el Diácono Andrei Porohnya (los dos, clérigos del Patriarcado de Moscú).  La Abadesa del Monasterio, la Igumena María llevó a cabo la preparación de la celebración, con la ayuda de fieles. Y muchos creyentes de distintas comunidades se hicieron presentes para juntos rezar al Santo Iluminador de los serbios, San Sava. 

En su sermón, el Metropolita Santiago dijo: “Cuando leemos la vida de San Sava, la primera pregunta que nos nace, es: ¡¿Qué NO hizo San Sava en su vida!?. Fue hijo de rey, lo cual significa que nació con riqueza y con autoridad. Sin embargo abandonó ambas cosas. ¿Qué espíritu le dio el coraje para hacerlo? Él abandonó la riqueza de la vida real y también la autoridad que es propia del miembro de la realeza. Abandonó todo para dedicar su vida a Dios. Y no solamente a eso, sino que llegó a influir incluso hasta a su propio padre de sangre. Su padre de sangre se hizo monje a pedido de su hijo. San Sava terminó siendo padre espiritual de su propio padre de sangre. Y cuando su padre muere de manera santa, su cuerpo despedía miro perfumado. Luego, cuando en Serbia los hermanos de San Sava se pelearon y dividieron al pueblo serbio, San Sava decidió llevar a Serbia el cuerpo de su padre, y así logró que sus hermanos se volvieran a unir en un abrazo de perdón mutuo. San Sava no sólo formó una Iglesia Ortodoxa en Serbia junto con su padre, sino que fue más allá y construyó un país ortodoxo. Por eso los serbios deben sentir un gran orgullo por el hecho de que de este país haya salido una familia santa que hizo un país ortodoxo con una Iglesia fuerte hasta el día de hoy”.

Luego, tomó la palabra Monseñor Leonid y felicitó a la Madre María, y dijo: “En la lectura del Apóstol hemos oído que Dios le dio distintos dones a cada uno: a unos les dio el don de profetizar, a otros el don de enseñar. Entonces hoy felicitamos a la Madre María por la Slava del Monasterio del cual ella es Abadesa, y le rezamos a Dios que le de a ella el don de dirigir, de dirigir a este Monasterio para que con la ayuda de Dios cada vez haya en él más vocaciones monásticas”, concluyó el Obispo Santiago.

Acto seguido, en el salón se dio comienzo a la “Academia de San Sava”, en el que los niños de catecismo de la Catedral Natividad de la Madre de Dios leyeron “La vida de San Sava” escrita para niños. Luego María Magdalena Jovanovich leyó la poesía “San Sava” escrita por Vojislav Ilic, en la que se relata el gran momento en la vida de San Sava y de todo el pueblo serbio, cuando éste decide ingresar a la vida monástica en el monasterio del Monte Athos. Y finalmente, el Padre Esteban Jovanovich cerró la Academia leyendo la poesía “Liturgia Celestial” escrita por San Nikolaj Velimirovic, en la cual el Santo Nikolaj relata el sufrimiento de San Sava en el cielo ante Dios cuando su pueblo serbio en ocasiones de su historia, cae en la tentación de alejarse de Dios y de las enseñanzas espirituales que San Sava les dejó. El relato culmina con la vuelta de los serbios a la piedad y a buscar a Dios, gracias a la intervención del Señor Creador, por las plegarias de San Sava. 

Luego todos participaron de un almuerzo festivo preparado por la Igumenia María y los ayudantes del monasterio y todos los presentes pudieron ver y adquirir las hermosas artesanías religiosas que fabrica y vende el monasterio San Sava.