Sermón del Obispo Kirilo en la Fiesta de la Transfiguración del Señor
El pasado jueves 18 agosto por la noche, en la Catedral Ortodoxa Serbia de la Natividad de la Virgen en Buenos Aires, Argentina, se celebró la Divina Liturgia vespertina por la Gran Fiesta de la Transfiguración del Señor. Luego de la Liturgia Su Eminencia Kirilo, Obispo de Buenos Aires, Sur y Centro América dijo en su sermón:
“El Señor subió al Monte Tabor con sus tres discípulos y allí se transfiguró delante de ellos. ¿Qué quiso mostrar, entre otras cosas, el Señor a sus apóstoles al subir la montaña para transfigurarse? Que es necesario el esfuerzo personal para que pueda manifestarse la gracia de Dios. Estos esfuerzos son el ayuno, la oración, las buenas obras, y también el alejarse para aislarse momentáneamente, porque a veces es necesario aislarse del mundo por un momento, para rezar en quietud y soledad. Y esta Fiesta nos habla acerca del sentido y el objetivo de nuestra vida. En el Evangelio está escrito: “Así los justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre” (Mateo 13:43). Este es el objetivo de nuestra vida. Y Cristo les mostró a sus discípulos cómo seremos en el Reino de los Cielos. Algunas justas personas ya en esta vida alcanzaron esa luminosidad del Monte Tabor: San Serafín de Sarov, San Benedicto de Nursia, y muchos otros irradiaban la Luz de la gracia del Espíritu Santo. Y aquí hay algo muy importante también: en el Monte Tabor aparecen el Profeta Moisés como representante de los que estaban muertos, y el Profeta Elías quien como está todavía vivo es el representante de los que están vivos. Esto muestra que Cristo en su persona une a todos, tanto a los vivos como a los muertos. Y hay algo muy importante también: el Señor, antes de ir a la montaña, les dijo a los apóstoles: “De cierto os digo que hay algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte, hasta que hayan visto al Hijo del Hombre viniendo en su reino” (Mateo 16:28). Esto según las palabras del Apóstol Pablo, significa que no todos moriremos. Aquellos justos que estén vivos en el momento de la Segunda Venida de Cristo, serán transfigurados y serán arrebatados en las nubes al encuentro del Señor en el aire, y así estarán con el Señor siempre (I Tesalonicenses 4:17). Esto es importante para comprender que la muerte no fue creada por Dios sino que es una enfermedad de nuestra naturaleza humana, y ella no define ni resuelve nada. Lamentablemente algunas personas en su falta de esperanza, e incluso civilizaciones completas, ven a la muerte como una solución a algo. Incluso algunos recurren a ella para suicidarse o matar a otros en un intento por resolver algo. Nosotros fuimos creados para la vida, para la vida eterna, la muerte sólo acrecienta los problemas, no resuelve nada. Por eso debemos vivir de modo tal que la gracia de Dios transfigure nuestro interior, de manera que nosotros ya en esta vida temporal sintamos esta transfiguración de nuestra alma y nuestro cuerpo. Que las oraciones de la Madre de Dios, del Profeta Moisés y el Profeta Elías, y de todos los santos nos ayuden a que nosotros nos esforcemos, porque sin esfuerzo no podemos alcanzar este objetivo de nuestra propia transfiguración; y que así seamos dignos de la Vida Eterna. Amén”, dijo el Obispo Kirilo.
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