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Video del oficio del Sacramento de la Unción con los santos óleos




Video del oficio del Sacramento de la Unción con los santos óleos el pasado miércoles 5 abril en la Catedral Ortodoxa Serbia de la Natividad de la Madre de Dios en Buenos Aires.


El Sacramento De La Santa Unción

Introducción

Durante la Gran Cuaresma existe la costumbre de oficiar en las parroquias ortodoxas el sacramento de la Santa Unción. Este sacramento se oficia por la sanación del alma y el cuerpo, y para el perdón de los pecados. La unción se realiza a todos los fieles, y no solamente a los que tienen alguna enfermedad. Ya que todos necesitamos el perdón y la sanación de Dios.

Cuando uno está enfermo y doliente, con frecuencia es un período de la vida en que uno se siente solo y aislado. El sacramento de la Unción de los enfermos o de la Santa Unción, como también se conoce, nos recuerda que cuando estamos en dolor, sea físico, emocional o espiritual, Cristo está presente entre nosotros por medio del ministerio de Su Iglesia. Está entre nosotros para ofrecernos la fuerza para enfrentar los desafíos de la vida y aún la muerte.

Al igual que en la Confirmación o Crismación, también en este sacramento se usa óleo como signo de la presencia de Dios, Su fuerza y Su perdón. Luego de leer siete pasajes de las Epístolas de los Apóstoles y siete pasajes del Evangelio, y siete oraciones especiales dedicadas a la sanación, el sacerdote unge el cuerpo de los presentes con el Santo Óleo. La Ortodoxia no considera que este sacramento esté sólo destinado a los agonizantes o moribundos. Se ofrece también a todos aquellos que estén enfermos en cuerpo, mente o espíritu.

Cristo vino al mundo para cargar nuestras faltas. Uno de los signos de su misión mesiánica era curar a los enfermos. El poder de curar permanece en la Iglesia ya que Cristo mismo permanece en la Iglesia por medio del Espíritu Santo.

El sacramento de la Unción de los enfermos es la oración específica que la Iglesia eleva por la sanación. Si la Fe de los fieles es suficientemente firme y si es la voluntad de Dios, tenemos razones suficientes para creer que el Señor puede curar a los enfermos.

Todos los sacramentos fueron instituidos por nuestro Señor Jesucristo, pero este sacramento en especial comenzó a practicarse luego de las palabras del Santo Apóstol Santiago Hermano del Señor, Obispo de Jerusalén, quien en su Epístola escribió que cuando hay un enfermo, “Hagan llamar a los presbíteros de la Iglesia y oren sobre él, ungiéndole con óleo en el nombre del Señor, y la oración de la fe salvará al enfermo y el Señor lo levantará; y si estuviere en pecados, le serán perdonados. Confesaos vuestras faltas unos a otros, y rogad los unos por los otros, para que seáis sanos; la oración del justo, obrando eficazmente, puede mucho.” (Santiago 5, 14-16).

El gran Starets Ambrosio del Monasterio de Optina en Rusia, quien vivió en ascetismo en el siglo XIX, dijo que este sacramento tiene el poder de curar el cuerpo del ungido, pero también penetra hasta lo profundo del alma y hasta logra el perdón de Dios de todo pecado escondido, u olvidado y nunca confesado, o que la persona no sabía que aquello que cometió o dijo era pecado. En definitiva es un Sacramento que nos revive, nos fortalece.

El objetivo expreso del Sacramento de la Santa Unción es la sanación y el perdón. Desde que no siempre es la voluntad de Dios que el cuerpo se cure, la oración de Cristo que dice que se haga la voluntad de Dios permanece vigente en este sacramento también. Además, la intención del sacramente claramente es que por medio de la unción con óleos del cuerpo enfermo, se santifiquen los padecimientos de la persona y se unan a los sufrimientos de Cristo. De esta manera, se consagran las heridas de la carne y se le otorga fuerza al enfermo para que sus penas no lleven a la muerte del alma sino a la eterna salvación en la resurrección y vida del Reino de Dios.

La muerte es inevitable, todos moriremos, aún aquellos a quienes se les otorga la gracia de la sanación para que tengan más tiempo en la tierra. Por ello, la curación de los enfermos no es el fin en sí mismo, sino un mero “instrumento” concedido por Dios como signo de su misericordia y como gracia para dar al ser humano una nueva oportunidad de vivir para Él y para el prójimo en este mundo.

En aquellos casos en que la persona está claramente en los últimos momentos de su vida en la tierra, la Iglesia tiene oraciones especiales para la “separación del alma del cuerpo”. Así queda claro que el sacramento de la Santa Unción es para quienes están enfermos tanto física como espiritualmente, y no queda reservado solo para el momento de la muerte. Este sacramento no es como un “último rito” como a veces se piensa, el rito de ungirse con óleo no indica de manera alguna que debería ser administrado solamente en casos “extremos”. La Santa Unción es el sacramento para la curación espiritual, física y mental de una persona enferma cualquiera sea el estado de gravedad de la dolencia.

En las oraciones del sacramento, se invoca la intercesión de los santos que en su vida fueron médicos, como San Cosme y San Damián, Santos Ciro y Juan, San Panteleimon (Pantaleón) y otros.

Existen muchos milagros ocurridos por medio de este sacramento. Su Eminencia Inocencio Arzobispo de Jerones, durante en sitio de la Ciudad de Odesa ofició el sacramento de la unción sobre los sitiados y el cronista señala que de los que la recibieron, ninguno sufrió daño alguno.

Celebración Ortodoxa del Sacramento de la Santa Unción

El sacramento propiamente dicho requiere de siete sacerdotes, siete lecturas de las Epístolas, siete del Evangelio, siete oraciones y siete unciones con aceite especialmente bendecido para el oficio. Aunque no siempre se puede celebrar el sacramento de esta manera, el procedimiento normal sigue siendo reunir la mayor cantidad de sacerdotes posible.

Los fieles se acercan para ser ungidos con la Santa Unción “… para la curación del alma y del cuerpo”. Al final del oficio el sacerdote unge a los fieles realizando la señal de la cruz en la frente, en la nariz, en los pómulos (bajo los ojos), en la boca, en el pecho, en las manos (por ambos lados) diciendo: “Para curación del alma y del cuerpo”.

Cada una de las siete oraciones pide por la remisión de nuestros pecados, la curación de nuestras almas y cuerpos y la vida eterna.

Himnos y Oraciones del Sacramento de la Santa Unción

Tropario al Señor – Tono 4

Ciego de ojos espirituales, yo avanzo hacia ti, oh Cristo, como el ciego de nacimiento, y con arrepentimiento te clamo: Ten piedad de mí. Tú que iluminas con luz resplandeciente a los que están en tinieblas.

Tropario a los Santos médicos anárgiros - Tono 4

¡Oh! Santos anárgiros que poseéis la fuente de los remedios acercad la curación a todos los que os la piden, porque habéis sido juzgados dignos de los más grandes favores de parte de la fuente inagotable que es Cristo Salvador. El Señor os dijo como imitadores de los Apóstoles: 'He aquí que os he dado poder sobre los espíritus impuros para que los podáis arrojar y curar toda enfermedad y debilidad'. Habéis vivido sumisos a éstas órdenes: recibisteis gratuitamente, dad también gratuitamente curando los sufrimientos de nuestros cuerpos y nuestras almas.

Oración a la Madre de Dios:

Accede a las oraciones de tus siervos, oh Purísima, Tú que calmas los violentos ataques a que estamos sujetos y nos libras de toda adversidad; porque eres Tú la única ancla firme y segura que tenemos y nos gozamos de tu mediación. Has que no seamos confundidos, oh Madre nuestra, al invocarte; apresúrate a aceptar las súplicas de los que te claman con fe: Salud, Señora nuestra, socorro de todos, alegría, protección y salvación de nuestras almas.

Oración para la Unción:

¡Oh, Padre Santo! médico de las almas y de los cuerpos, que enviaste a tu Hijo Único, nuestro Señor Jesucristo, a curar toda enfermedad y a librarnos de la muerte, alivia a tu siervo (N) de la enfermedad física y espiritual que lo tiene postrado, por la gracia de Tu Cristo, por la intercesión de nuestra Santísima Señora, la Santa Madre de Dios y siempre Virgen María; por la virtud de la preciosa Cruz vivificadora, por las oraciones del Santo, glorioso, profeta y precursor San Juan Bautista; de los Santos, gloriosos y célebres Apóstoles; de los santos mártires gloriosos y triunfadores, de nuestros justos y teóforos padres, de los Santos médicos, anárgiros, San Cosme y San Damián, Ciro y Juan, Pantaleón y Ermelao, Sansón y Diómedes, Moisés y Aniceto, Talaleo y Tifón, de los Santos y Justos ancestros de Dios, San Joaquín y Santa Ana, y de todos los Santos. Porque Tú eres la fuente de la salud y te glorificamos, oh Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.


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